sábado, 24 de marzo de 2012

Siete años más tarde....

es tiempo más que suficiente para escribir cómo llegaste a este mundo. Ojalá pequeño mío, hubiese sabido entonces todo lo que sé ahora. Ojalá hubiese tenido más información, mi niño bonito.  Y lo cierto es que, mañana hará siete años, yo pensé que tuve un parto maravilloso... no podía estar más equivocada. Es verdad que no fue ni será el peor, pero podría haber sido mucho mejor. Hace siete años a estas horas te ibas abriendo camino. Tenías prisa por estar aquí; te adelantaste unas cuantas semanas pero estaba preparada para tenerte entre mis brazos. Tenía tantas ganas de verte! Llevaba mucho tiempo tocándote, yo no paraba de acariciarte a través de mi barriga pero ya necesitaba tocar tu piel, olerte, verte la carita; reafirmar, como sabía, que eras perfecto. Hoy por la mañana, hace siete años, me desperté con contracciones leves, muy flojas. Lo primero que hice nada más despertar fue llamar a tu abuela para decirle que ya venías. Nosotros vivíamos en Madrid y ella estaba en Canarias así que tenía un largo camino por delante. Recuerdo que me duché, desayuné y salí a hacer recados. Fui al banco, al super, a Correos. Disfrutaba de ese comienzo de primavera paseando bajo un tímido sol que quería calentar. Recuerdo que estaba feliz. No estaba nerviosa. Sabía que todo iba a ir bien. Cuando terminé los recados, volví a casa y preparé algo de comer. Las contracciones iban y venían, fluián plácidamente. Me tumbé un rato en el sofá y me quedé dormida. Me despertó el teléfono. Era la abuela, venía en el último vuelo y llegaba a las 00.30h. Le dije que las contracciones iban aumentando y que si se aceleraban y yo ingresaba antes, se cogiera un taxi hasta el hospital. Poco a poco notaba cómo te ibas abriendo camino; cada contracción me acercaba un poco más a ti. Fueron pasando las horas y preparé la ropa que me iba a llevar al hospital. Todo el mundo me decía que tenía que tenerlo todo preparado por si tenía que salir corriendo, pero mi subconsciente me decía que iba a tener tiempo de sobra así que no me preocupé. Pasaron las 10, las 11... y a las 00.00 me fui al aeropuerto a recoger a la abuela. Según salió me dijo: "Qué cara de parir que tienes!" y nos fuimos tranquilamente a casa. La cosa es que fue llegar a casa y ¡boom! te entraron unas prisas increíbles. Una contracción detrás de otra y esas sí que dolían. Recuerdo columpiarme en los taburetes de la cocina... venían cada 7, cada 5, cada 4 minutos... no eran demasiado rítmicas. Recuerdo que tu padre se fue a la cama; le dije que descansara que podría ser largo... o no. Eran ya las 3.30 de la mañana más o menos cuando empezaste con un ritmo constante; durante un rato marcabas cada 6 minutos... y de repente llevaba más de una hora que venían cada 5, así que desperté a tu padre y nos fuimos al hospital. Por el camino se pararon y me dieron ganas de que nos diésemos la vuelta. Recuerdo que hacía frío y empezaba a lloviznar. Estábamos ya tan cerca que acordamos pasarnos y si era una falsa alarma, volvernos a casa. Serían sobre las 5.15 cuando entramos. Sin ningún tipo de tacto y sin hablar conmigo, me exploraron y me dijeron: "Estás de 3 cms, te ingresamos." Vino un celador con silla de ruedas y le dije que gracias, pero que iba andando, que sentaba estaba incómoda. Me llevó hasta el paritorio, me dieron un camisón y me dijeron que me cambiase. Al rato viene una enfermera y me puso un enema. Yo no dije nada pensando que estaban haciendo lo que tenían que hacer. Nadie preguntó si quería o no el enema; así como nadie preguntó si quería o no que me afeitasen; si quería o no oxitocina quñimica; si quería monitorizarme; si quería rotura de bolsas. Yo, desinformada... ellas autómatas siguiendo un protocolo absurdo. Cariño mío, si yo hubiese sabido lo que se hoy, cómo hubiese cambiado todo. Pero continúo. Vino una enfermera con un papel: el consentimiento para ponerme la epidural. Le dije que no quería epi. Me miró con cara: "Bufff, una de estas locas hippies"; a la media hora volvió con el mismo papel y mi respuesta fue la misma y aun así, hubo un tercer intento pero aquí ya su respuesta fue: "Verás como ahora si que la pides a gritos" y metío algo en el gotero. Ese algo fue más oxitocina mi niño. De repente te volviste loco y ¡boom, boom, boom!, una contracción tras otra. Dolía. Dolía tanto que me retorcía. Estaba postrada en una cama y mi cuerpo me pedía moverme pero no podía porque te habían monitorizado internamente. Hubo un momento en el que le dije a tu padre: "No aguanto, diles que me pongan la epidural" Sentía como si dos hombres me estuviesen agarrando la pelvis y tirando de ella hacia fuera. Yo te hablaba (cuando me dejaba la contracción) y te decía que no tuvieras prisa, que te tomaras tu tiempo pero es que no eras tu el que marcaba el ritmo; era algo externo, algo químico. Que rabia me da aún hoy cuando lo pienso!! Me exploraron cuando dijimos lo de la epi, y me dijeron: "Niña, estás de 9. Empujando dilatamos el último." ¿Dilatamos? Me dieron ganas de decirle de todo... cachoperra era lo más amoroso que se me ocurría, pero yo quería estar conectada contigo; sentir tu llegada y que mi cuerpo te abrazase por última vez para ya hacerlo el resto de tu vida en mis brazos. Empujé mi amor, como no lo había hecho nunca antes. Entré en el planeta parto y yo no escuchaba más que mis bramidos que salían de mi parte más salvaje y te sentía... ¡cómo te sentía! Estaba viviendo el momento más bonito de mi vida. Sentí el aro de fuego y sentí el corte de la episiotomía. Noté cómo cortaban mis músculos del periné y me dolía más eso que las contracciones. Cada vez que pujaba, sentía alivio. Eso no me dolía. Era incluso placentero. Me gustó mucho parirte amor, lo disfruté como nunca antes había disfrutado nada. Después de la episiotomía, en 2 pujos más saliste y te pusieron sobre mi tripa. Estabas tranquilo, con esos ojos de ángel recién llegado a la tierra bien abiertos. Buscaste mis ojos y me miraste. Te reconocí. Sabía que ibas a ser así. Perfecto. Tenías todo en su sitio. Receurdo que lloraba y te besaba; me reía y volvía a llorar. Te amaba, pero te amaba más de lo que pensé que te iba a amar porque ya lo hacía cuando estabas en la tripa pero verte fue... un flechazo.
Y tu llegada no fue sólo esto; fue descubrir un mundo y vivir una experiencia mágica. Tu llegada fue descubrir que llevarte encima como un canguro era lo más bonito del mundo; descubrir que dar la teta más allá de lo "normal" era maravilloso y mágico; descubrir que dormir contigo cerquita era lo más. Me abriste los ojos a una maravillosa manera de ver el mundo y me enseñaste (¡y me enseñas todavía) tantas cosas increíbles.
Mi niño bonito... he tardado 7 años en escribir tu llegada al mundo pero la tengo tan grabada en mi corazón, que no olvidaría ni un detalle.
Hoy envuelvo los regalos que se que te van a hacer (estas son tus palabras) "mogollón de ilusión"; mañana hará siete años que tu me hiciste el mejor regalo del mundo.

♥ Te quiero bomboncito de chocolate! ♥

5 comentarios:

  1. Gracias por compartirlo! Lástima que se empeñaran en intervenir y menos mal que tu instinto facilitó mucho las cosas y fuiste a última hora al hospital. Quédate con lo mejor, con lo más bonito de su llegada y olvidate de los detalles que no te gustan tanto. Seguro que tu pequeño también recuerda abrir los ojos y ver a su querida mamá...en el fondo de él....ese recuerdo maravilloso está ahí. Disfrutad mucho del cumple! besitos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Gemma! Si, me quedo con lo mejor, que es él y que todos los días me regala su mirada. Un beso y feliz estancia en Santander! ♥

      Eliminar
  2. Inundemos el mundo con nuestros relatos de partos♥♥♥
    Para que nuestras hijas y sus parejas sepan qué es parir...
    Gracias Silvia ♥

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ♥ Y sobre todo que sepan que pueden parir como quieren.
      Quiero pensar que cuando nuestros hij@s tengan que hacerlo, la mentalidad ya haya cambiado y los profesionales dejen que la naturaleza siga su camino sola.

      Eliminar
  3. A pesar de las intervenciones me ha parecido un parto precioso, conectaste con él, con tu instinto y lo hiciste lo mejor que supiste en ese momento.
    Ese flechazo!, ainsss que bonito Silvia.
    Muchísimas felicidades por estos siete añitos aprendiendo junto a tu niño y muchísimas felicidades a él también, es un niño maravilloso.
    Besitos. Te quiero amiga!

    ResponderEliminar