miércoles, 8 de junio de 2011

Comenzando mi nueva andadura bloggera

Realmente no se si voy a tener tiempo para poder escribir. Ahora mismo lo hago con Yago en la bandolera, plácidamente dormido. Pero quiero al menos intentarlo. Sobre todo porque mi memoria de medusa no retiene todo lo que me gustaría y el día de mañana, cuando mis dos tesoros sean mayores, querría contarles lo que yo pensaba, lo que sentía mientras los criaba y los veía crecer. Es un legado que quiero dejarles además de mi amor incondicional. 
¿Porqué este título? Cuando nació Ethan (este es mi chico mayor) descubrí que entonces empezaba a ser mujer. Fue como si siempre hubiese tenido la necesidad de ser madre pero nunca lo supe. Siempre fui muy niñera, me encantan los niños pero ya incluso desde que supe que estaba embarazada, cambió mi percepción de lo que es la maternidad. Un día, mientras me hacían la curva larga, esperando en la sala vi a una chica con un libro que se titulaba "Bésame mucho". Me llamó mucho la atención y le pregunté sobre qué trataba. Me comentó y estuvimos hablando mientras esperábamos (y es que 4 horas dan para mucho). Un par de días más tarde me lo compré y lo devoré. Era como si me hablasen desde dentro y así poco a poco fui informándome sobre la lactancia prolongada. Y esto no fue más que el comienzo porque la matrona con la que di el curso de preparación al parto (Araceli, desde aquí te mando un besazo!!) nos habló de los beneficios de la teta. Que el niño tiene hambre, teta; que le duele la tripa, teta; que llora, teta; que necesita cariño, teta. Todo se solucionaba con la teta. Todas nos reíamos y pensábamos, qué exagerada! Pero no, no exageraba lo más mínimo tal y como pude comprobar con mi gordo. También nos habló de La Liga de La Leche y allí que fuimos varias a ver de qué iba. Yo me enganché (en el buen sentido) a las reuniones. Me sentía normal, sobre todo cuando ya Ethan era "mayor" (con más de seis meses me refiero) y seguía teteando - hago parón que Yago está ya buscando y con los cabezazos me va a romper el esternón. Un poco brutote mi chico ;o) -
Se ve que sólo era sed y ya está dormidito otra vez en brazos de mamá. ¿Con qué estaba? Ah, si, las reuniones de la liga. Pues eso, que me sentía normal porque para el resto de la sociedad era un bicho raro por darle la teta más allá de los 4 meses y durante los 30 meses que Ethan teteó (y qué pena me dió que quisiera hacer el destete tan pronto!!) asistimos, y me sentí comprendida y respetada. Digamos que las reuniones fueron para mi una gran escuela maternal. Ethan iba siempre en brazos y mi espalda estaba resentidísima pero allí me hablaron de los portabebés. Terminamos con un fular, una bandolera y una mochila ergonómica e hice del porteo una filosofía de vida. Oí hablar de los pañales de tela y también nos introducimos en ese maravillos mundo. Por supuesto era ir en contra de todo lo establecido. De chupete la teta y ¡con más de 2 años! (estaba loca) , colechaba (tan insano y peligroso), porteaba (con lo mayor que es y aún en brazos, aunque esto dejaba de tener importancia en cuanto sacaba la teta) y ¡¡usaba pañales de tela!! (como nuestras madres, con lo bien que van los desechables). Consecuencia de esto hace más de 6 años: estaba, como se dice en mi tierra, como una cabra jarta papeles. Pero a mi me daba igual, yo era feliz. Sabía que lo que hacía estaba bien porque era lo que me decía mi instinto que estaba bien. En algunas cosas me equivoqué, pero es que el instinto con tanta polución se va atrofiando ;o) Y qué demonios. A mi me encanta equivocarme, es la mejor manera que tengo de aprender, dándome una buena.
Yago, y cómo no, ahora tetea, colecha, lleva pañales de tela y es porteado a todas horas. Ventajas de ser el pequeño, se lleva todo lo aprendido con el mayor.
Y ya paro, que para ser mi primera entrada, está bien. Veamos con qué frecuencia dispongo de tiempo para escribir. Lo buscaré, sobre todo porque es para vosotros, mis niños, para que os quede el recuerdo de cómo viví vuestro mundo. ¡Os quiero!

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