No dejas nunca de sorprenderme Ethan (y espero que nunca lo hagas). Hoy me levanté echa polvo (Yago lleva unas noches que no me deja descansar y para más inri estas dos últimas hemos tenido jarana) y perdí los nervios con tu lentitud mañanera y te grité cuando no tienes culpa de mi mal humor. Cuando saliste del colegio e íbamos caminando hacia casa, te perdí perdón y te expliqué los motivos por los que, injustificadamente, cargué mi frustración, cansancio, mal humor contigo. Tu me miraste, me pediste que pararas y me diste un gran abrazo diciéndome: "Mamá, no tienes que pedir perdón porque eres la mejor mami del mundo". No te bastó con darme un abrazo sin más. Tu sabías que yo necesitaba ese abrazo, siendo consciente, sabiendo que me lo dabas tu, mi pequeño niño azul. Me puse a llorar pero te dije: amor, son lágrimas de felicidad y tu sonreíste satisfecho y seguimos andando, cogidos de la mano, mientras tu hermano, atado a mi espalda, nos amenizaba el camino cantando. Estos momentos mi amor, son únicos y por eso lo escribo, para no olvidarlos porque con mi memoria de pez ya sabes...
Mañana vamos a aprender cómo darte masajes. Ya lo hice con tu hermano y, aunque el aún no se deja, quiero aprender a dártelos a ti. Seguro que lo pasaremos genial en Villa Maravilla.
Yago, amor, ya tienes 10 meses!! Estás guapo, simpático, travieso, risueño con una sonrisa que me vuelve loca y unas carcajadas que iluminan mi alma entera. Copias todo como un mono: cuando digo "¡Ay Dios! te llevas las manos a la cabeza, coges el peine y te peinas tu solo, nos llamas y tus palmas palmitas son ya casi perfectas. Llevas unos días que te revuelves muchísimo por las noches y pasas horas con la teta en la boca y eso repercute directamente en el tamaño de mis ojeras (esto te lo haré pagar con cremas antipatadegallo cuando seas mayor ;o) pero también ya me dejas vestirte y desvestirte sin tantos retorcimientos que mi espalda te agradece en el alma. Pasamos muchas horas pegaditos -sobre todo a la espalda- y ya te estás empezando a dar cuenta que eres una personita independiente de mi y por eso cada vez que te dejo con papá lloras porque quieres volver a mis brazos dejándome hacer poco o nada de lo que tengo que hacer, pero como de eso tu no tienes culpa, te doy lo que necesitas que es mi calor, mi presencia, mis caricias y besos.
Mis niños... les quiero tanto, tanto, tanto